Fue un líder de la tribu de los lusitanos que hizo frente a la expansión de Roma en Hispania a mediados del s.II a. C, en las llamadas guerras lusitanas. Originariamente pastor, fue elegido Caudillo de un ejército cuya posición no era hereditaria. Este ejército fue "el más resuelto a la hora del peligro", en lo cual influyó que no se rebeló jamás.
Finalmente, muerto por una traición llevada a cabo por el Cónsul romano Cepión, que compró a tres embajadores lusitanos para que le asesinaran. Tras cometer el crimen, los asesinos pidieron al Cónsul cobrar su traición, recibiendo como respuesta: "ROMA NO PAGA A TRAIDORES".
Por Carla Gallego Lombraña
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