El circo romano consistía en una pista rectangular alargada (arena), con los lados cortos terminados en arcos de circunferencia; en un extremo se encontraban las carceres y la puerta de entrada o porta pompae.
El graderío rodeaba la pista por los tres lados restantes. La arena estaba dividida longitudinalmente por la spina, un muro decorado con mármoles y mosaicos.
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